El 8 de abril se cumplen 81 años del histórico fenómeno meteorológico que sacudió y dejó enormes daños sobre la localidad bonaerense. Minutos después de la medianoche del lunes 8 de abril de 1940, feroces vientos de más de 100 kilómetros por hora con dirección sudoeste arrasaron con todo en su camino. Árboles, postes de alumbrados, techos y construcciones enteras perecieron ante la furia del implacable evento natural desatado en Marcos Paz, por entonces, una pequeña ciudad de apenas 7.000 habitantes: 7.000 testigos de una jornada fatídica.
“Fui despertado por un terrible estrépito, me pareció que la tierra era sacudida por un terremoto, salí con el farol a recorrer la estación y figúrense mi sorpresa cuando vi tumbados en las vías treinta vagones y más adelante otros tres descarrilados”, contó la tarde posterior al hecho Rodolfo Montalvo, jefe de la estación Elías Romero del Ferrocarril Midland, al diario La Nación. Sin víctimas fatales, pero con un saldo de 13 heridos, el voraz ciclón dejó a la ciudad con un paisaje desolador. Una población aislada, incomunicada y sumida en la oscuridad, en una postal caótica acompañada por truenos y lluvias, por gritos y llantos. Los hambrientos vientos provocaron superlativos daños materiales y causaron incontables pérdidas edilicias.
En una crónica escrita hace unos años por la Fototeca Histórica de Marcos Paz se narra: “El galpón del Ferrocarril Oeste fue totalmente destruido. Dos vagones que estaban desenganchados de la formación fueron empujados por el viento hasta más allá de Mariano Acosta”. Además se describe: “La puerta principal de la iglesia San Marcos Evangelista fue abierta por la fuerza del viento, que ocasionó rajaduras en las paredes del templo y voló chapas de los techos”. A una larga lista de pérdidas, suma: “Se habían volado los techos de la Escuela Nº 1”, y “también fue derrumbado por el fuerte viento el galpón de la estación Marcos Paz del Ferrocarril Buenos Aires (Trocha)”. “Los molinos que proveían de agua a los pobladores, eran retorcidos y tumbados como si fuesen de papel”, documenta el escrito.
El caso más emblemático de la destrucción causada por el intenso ciclón es el de la vieja iglesia de San Marcos, que se encontraba ubicada donde hoy se ubica la Capilla de Fátima. El templo que había sido inaugurado el 20 de septiembre de 1870, tuvo su trágico fin aquel catastrófico día. Por tal motivo, tuvieron que adelantarse los plazos previstos para su traslado. Las crónicas también cuentan que fueron destacadas “las actuaciones del comisario Tomás Rodríguez, el auxiliar Pío Gorosito Miranda, los oficiales Florentino Bruno y Orlando G. Román quienes conjuntamente con el Dr. Héctor D’agnillo, como médico policial, controlaron la situación dando contención a la población”.
Gente buscando refugio, zonas anegadas e incomunicadas, muros caídos, árboles retorcidos, un pueblo destruido y abatido por la realidad, que esa noche fue escrita por el drama y la tragedia. Un pedazo de historia local: un lunes negro con un hecho que tuvo relevancia a nivel nacional documentado en tapas de diarios de todo el país, y que dejó en Marcos Paz una huella memorable que sería recordada como una catastrófica jornada por el resto de los años.
Fuente: Patrimonio Histórico y Cultural de Marcos Paz.